Francisco Kraus - «La lluvia ha cesado» (“La tempestad”, 1959)

Details
Title | Francisco Kraus - «La lluvia ha cesado» (“La tempestad”, 1959) |
Author | Ben Skofic |
Duration | 6:43 |
File Format | MP3 / MP4 |
Original URL | https://youtube.com/watch?v=HhHDPKXlT3o |
Description
El 11 de marzo de 1882 se estrenó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid una nueva obra del maestro Ruperto Chapí con libreto en prosa y en verso de Miguel Ramos Carrión. “La tempestad” fue definida por los autores como un “melodrama fantástico” y contó en su presentación con un elenco formado por Dolores Cortés de Pedrol como Ángela, Dolores Franco de Salas como Roberto, Enrique Ferrer como Simón, Eduardo Bergés como Beltrán, Juan Orejón como Mateo y José Subirá en el papel del Juez. En esta zarzuela de aire operístico, el compositor trató de renovar el género alejándolo de la influencia italiana en favor de la escuela francesa, pero sin renunciar en ningún momento a la esencia del género. Junto a “La bruja” y “El Rey que rabió”, es una de las tres obras más importantes del género de finales del siglo XIX. Entre sus mejores números destacaron el monólogo de Simón “La lluvia ha cesado”, la romanza de Beltrán “Salve, costa de Bretaña” https://youtu.be/Sktdmq-XRuQ y especialmente el dúo de Ángela y Roberto “¡Angela mía! ¡Mi dulce encanto! con la barcarola “Cuando en las noches del estío” https://youtu.be/8q15-b_SCr4 En 1959 el sello Carillón editó la segunda grabación completa de la zarzuela bajo la dirección de Enrique Estela y con un reparto formado por Lina Huarte, Dolores Pérez, Alfredo Kraus, Francisco Kraus, Santiago Ramallé y Ramón Alonso. Participaron en el álbum la Gran Orquesta Sinfónica y los Coros Líricos.
«La lluvia ha cesado,
aléjase el trueno;
el cielo nublado
se torna sereno.
Pasó la tormenta,
la mar está en calma;
¿por qué tan violenta
se agita mi alma?
¿Por qué, por qué,
por qué, por qué,
ay de mí,
ay de mí,
eternamente ruge
la tempestad aquí?
La luz de los relámpagos,
que rápida fulgura
con resplandor fatídico
me llena de pavura,
y escucho de la víctima
los ayes exhalar,
del aire entre las ráfagas
que gimen al pasar.
Hirviente se alza indómito
el mar embravecido,
suspenso deja el ánimo
su aterrador mugido.
¡Y el trueno derrumbándose,
me dice desde allí
que Dios su justa cólera
desata contra mí!
Ya el trueno apagado
más lejos resuena:
el viento ha callado,
la mar se serena.
Volvió la alegría;
renace la calma,
lo mismo que el día
serénese el alma.
¿Por qué, por qué temblar?
¿Por qué, por qué temblar?
El cielo está sin nubes,
azul está la mar.
¿Por qué, por qué temblar?
El cielo está sereno,
azul está la mar.
El cielo está sin nubes,
azul está la mar.
¿Por qué temblar?
¿Por qué, por qué temblar?»